lunes, 23 de octubre de 2017

13-10-2017

La pasada sesión nos propusimos dar la última clase de teatro. Al principio, como en cada clase práctica, hicimos unos ejercicios de calentamiento en los cuales debíamos andar por la clase al ritmo de la música sin chocarnos, intentando mantener entre todos un ritmo constante. En otro, elegíamos a un/a compañero/a y sin que se diera cuenta teníamos que seguirla de cerca y después a dos a la vez. Por último fingimos ser un banco de peces, siguiendo a quien fuese en primera posición. Después de esto, nos colocamos cerca las unas de las otras con los ojos cerrados y nos centramos en escuchar nuestras respiraciones y sincronizar ruidos. 
Al igual que las dinámicas hechas en sesiones pasadas me parecieron actividades muy útiles y provechosas para fomentar la cohesión del grupo y la confianza.

Al acabar la primera parte de la clase nos dispusimos a representar las situaciones de opresión o injusticia social que quedaron pendientes de exponer. En el caso tratado estaba implicada una persona sin hogar a quien una persona de avanzada edad le faltaba al respeto y recriminaba de malas formas que estuviese apoyada en su coche, por lo que reaccionaba una tercera persona implicada en defensa de la primera. 

Tras esto se nos planteo escenificar una situación en la que una mujer esta sola y es increpada por un hombre que sin hablar le hace sentir acosada. Resultó ser muy interesante aunque al ser todo alumnas, no pudimos llegar al mismo nivel de sensaciones que se podrían haber producido si realmente hubiesen sido un hombre y una mujer. A pesar de esto nos condujo a una profunda reflexión sobre el problema de acoso sexual y callejero que sufrimos las mujeres cada día en las vías públicas. Me resultó llamativo como la mayoría de las presentes afirmó que optaría por irse sin enfrentarse con él a pesar de que éste le hubiera podido incomodar.
Creo que desde pequeñas socialmente se nos inocula el miedo a ir solas por la calle, sobre todo si es de noche en lugar de tratar de educar a los hombres en valores de igualdad y respeto ante todo.
Debemos de erradicar el mal hábito de cuestionar si no ha sido la mujer quien ha provocado al hombre con su vestimenta, su actitud o porque fuese borracha ya que LA CULPA NUNCA ES DE LA VÍCTIMA 




Para finalizar Carles nos preguntó qué opinábamos sobre estas sesiones más dinámicas y sobre si creíamos que el teatro y el arte nos pueden ser de utilidad en nuestra profesión, cosa con la que estuvimos de acuerdo ya que puede resultar muy enriquecedor y positivo para las personas usuarias.


Para acabar y a modo de reflexión quiero incluir un vídeo en el que se dan cinco posibles respuestas para enfrentar una situación de acoso callejero:


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